Por Jeremy Anagnos, gestor de cartera de la estrategia Global Listed Infrastructure de Nordea

Después de casi una década de inflación moderada, la pandemia del Covid-19 y los acontecimientos geopolíticos han provocado importantes presiones sobre los precios alrededor del mundo.

El impacto de la inflación, y la posterior acción de los bancos centrales, ha sido rápido y severo este año. Las acciones de crecimiento y los mercados de renta fija se enfrentan a un castigo particular. Como resultado de la evolución del contexto económico, los inversores están buscando segmentos del mercado con una capacidad de recuperación probada y cualidades de protección contra la inflación.

Una de esas áreas es la infraestructura que cotiza en bolsa, conocida por sus flujos de efectivo estables y predecibles. También es en gran medida inmune a las presiones históricas de los precios actuales, ya que más del 90% del espacio de infraestructura que cotiza en bolsa es capaz de transmitir eficazmente la inflación a los usuarios finales de los activos.

Perspectivas favorables a largo plazo

La infraestructura en bolsa tiene varios sectores, como las comunicaciones, la energía de corriente media, los servicios públicos y el transporte. Las empresas de estas industrias cuentan con un contexto favorable y dinámicas a largo plazo. Impulsados por temas candentes como la descarbonización, la transformación digital y la modernización de activos, se estima una producción aproximada de 100 billones de dólares en gastos de infraestructura global en las próximas dos décadas, lo que representa una subida del 50% con respecto a las dos décadas anteriores.

En términos de descarbonización, la infraestructura está en una posición única para liderar y beneficiarse financieramente de las iniciativas globales de sostenibilidad. Las eléctricas están a la vanguardia en cuestiones del cero neto, debido a la instalación de paneles solares, la construcción de turbinas eólicas y la actualización en las líneas de transmisión para cargar vehículos o electrificar nuestra calefacción, por ejemplo. Como resultado de las políticas globales de cero neto, estimamos que las empresas de infraestructura podrían llegar a gastar la mitad de cada dólar en descarbonización hasta 2040.

Dentro de la transformación digital, activos físicos como los centros de datos, las redes de fibra óptica y las torres de telecomunicaciones, son esenciales para respaldar el crecimiento continuo de los datos en la nube. Los requisitos de datos se triplicarán en los próximos cinco años, lo que debería impulsar una mayor necesidad de infraestructura en telecomunicaciones.

En cuanto a la modernización, no sólo los activos de infraestructura necesitan reparación, sino que también requieren mejoras generalizadas para satisfacer las demandas de la economía actual. Los activos de infraestructura tienen necesidades de modernización continuas: ya sea para bien reemplazar tuberías de plomo y aumentar así la calidad del agua potable, o bien para mejorar las redes de gas natural para favorecer una mejor mezcla de hidrógeno, o simplemente para renovar las vías de transporte… todas estas necesidades sientan las bases para generar un creciente flujo de caja.

Varios impulsores en el rendimiento

Si bien es probable que el interés en este tipo de activos aumente por su estabilidad y protección en estos tiempos turbulentos, también vemos muchos otros factores atractivos a corto plazo. En primer lugar, la política gubernamental y las acciones corporativas siguen demostrando su compromiso con la transición a la energía limpia. El reciente Plan REPowerEU de la Comisión Europea, en respuesta a la confusión existente en el mercado energético, aumentaría y aceleraría las inversiones en energía renovable. Además, las corporaciones globales están promoviendo acuerdos de compra de energía (PPA) para asegurar energía limpia en sus instalaciones de producción, sitios de distribución, oficinas y lugares de venta al por menor. Las empresas de servicios públicos y de infraestructura energética se están beneficiando del aumento de la actividad de inversión, que debería impulsar un mayor crecimiento del flujo de caja a corto plazo.

La combinación de la actividad de inversión y los flujos de caja vinculados a la inflación llevará a que los beneficios de la infraestructura superen a los beneficios de la renta variable mundial en el futuro previsible, en contraste con años anteriores. Los flujos de caja y dividendos de infraestructura probablemente también aumentarán por encima de los niveles históricos, dada la necesidad de inversión global en los sectores de servicios públicos, energía, energía, comunicaciones y transporte.

También esperamos que persista el atractivo de la infraestructura cotizada en bolsa, tanto para el capital privado como para las instituciones, lo que debería apoyar aún más los valores en los próximos años. En los últimos seis años, el capital privado ha ofertado por activos y empresas de infraestructura cotizadas a una prima del 30%*, cifra que ha ido aumentando continuamente.

Por último, si bien la infraestructura que cotiza en bolsa es la base de muchos de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, los principales fondos con temática ESG están subasignados a la clase de activos. Los 20 fondos globales de ESG principales tienen apenas un 5% de exposición a las empresas que lideran la administración medioambiental y la transición energética, en comparación con un 33% de exposición a servicios tecnológicos y de telecomunicaciones. A medida que los flujos de fondos ESG continúen acelerándose, la demanda de inversiones alineadas con temas clave ligados a activos de infraestructura –como la descarbonización y el agua limpia– se disparará. Nos mantenemos optimistas en la infrasestructura que cotiza en bolsa, así como en la mejora continua que supondrá a las carteras de los inversores en los próximos años.

A fecha de 31.12.2021.